¿Te acuerdas del episodio de los Simpsons donde salía el Campamento Krusty? Si, tía, ese en el que llevan a los pequeños Bart y Lisa a unos barracones cutres y acaban montando una versión animada de "El señor de las moscas".
Pues hubo una versión real de ese episodio.
Ocurrió en EEUU, que es donde pasan las cosas que molan porque hay mucho espíritu emprendedor y una regulación laxa.
Para lo bueno y para lo malo.
Para montar Google.
Para montar la Challenger Foundation.
Google y la Challenger Foundation tuvieron una cosa en común: una performance loquísima en el desierto, de lo de Google te hablo otro día, hoy toca contarte lo del campamento.
Antes de seguir, voy a hablar de un documental de Netflix, de una escena en particular que sale en la cinta, de lo digo por si quieres pasar del correo de hoy.
Te doy una línea para pensarlo.
Al lío.
Dentro spoilers.
Steve Cartisano era un líder visionario que se empeñó en hacer quebrar el mismo negocio una y otra vez.
Su propósito era redimir a jóvenes descarriados para que abandonaran su mala vida.
Ya sabes, en los 80, escuchar una cinta de Judas Priest, llevar el pelo largo, fumar porros y robar bolsos, eran todo uno.
Fuera coñas, había programas en la tele en EEUU que hablaban de cómo el satanismo y el heavy metal estaban dañando a la juventud.
No sé, creo que más vidas ha arruinado el reaggeton.
Pero sigamos.
Cartisano montó un campamento en el desierto de Utah y secuestraba (esto es real) a esos chavales descarriados para llevarlos a trotar por secarrales a 40 grados.
Todo con el consentimiento paterno.
Acabó palmando gente, pero el tipo se libró de la condena y se puso a montar nuevos negocios.
¿Un burger, una startup de IA?
No, otro campamento Krusty detrás de otro.
Hasta el último.
Bueno, en el último no era ni el CEO, solo un consultor externo, pero la idea la inspiró él.
Total, que en ese último campamento coincidieron dos amigos, un chico y una chica.
Ojo, que el correo se pone turbio.
Si eres sensible, no leas.
Al chico, que lo tenían puteado montando el sistema de alcantarillado por la patilla (vamos, sin cobrar), le propusieron hacerle monitor, así que para no ir tan agobiado, dijo que sí.
Un día un tipo random mandó a la chavala a aislamiento. La chica dijo que no, porque recuerda que eran adolescentes descarriados, tenían su genio.
Total que la ataron y pusieron a su colega a vigilarla.
Atenta aquí, amiga.
Resulta que el tipo, ya adulto, dice que habló con su amiga y que le dijo que le obligaban a hacerlo, que un tipo de "alto rango" se lo había mandado, que todo era una mierda y que aquello no estaba bien.
Termina su monólogo diciendo que no cree que ella le guarde rencor.
Plano a la amiga, ya mayor.
¿Cómo te sentiste?, pregunta la voz en off.
Traicionada.
A ver, te lo digo siempre.
La gente necesita que alguien le diga lo que tiene que hacer.
¿Sabes que pasa? Que es más fácil hacer daño a una persona y decirte a ti mismo que la culpa no es tuya, que sentir que estás desobedeciendo o haciendo algo socialmente inaceptable.
Porque en el primer caso traspasas la responsabilidad al que ha dado la orden, pero en el segundo eres tú el que te enfrentas a la verdad desnuda.
Y la verdad es menos aceptable que una mentira que hiere a otros.
Así que, si en el futuro estás frente a alguien a quien tienes que despedir, reprender, degradar o reubicar, no digas "me obligan a hacerlo".
Si no estás de acuerdo con la decisión, le dices a tu Head of Movidas que baje a la tierra y haga ella el trabajo sucio.
¿No estás dispuesto? Apechuga y reconoce que te importa más tu culo que herir a la otra persona.
No hay peor mentira que las que te cuentas a tí misma.
Chulo el post de hoy... Qué jodido es hacerse mayor y ser responsable para tomar esas decisiones duras.
Salvo que trabajes para un sociópata, que las toma y se va a comer un chuletón sin volver a pensar en ello.
O un psicópata y te comes el chuletón mientras te recreas en la cara que ha puesto la persona con la que ha hablado.
Menos mal que aquí se habla de otro estilo de liderazgo. Del bueno. Del creativo.