Es La Princesa Prometida. Ya está, no busques más, es ese y punto. Que sí, que tú a tope con Hábitos Atómicos, El Alquimista o la guía telefónica de Albacete, pero LPP se mea en la boca de todos esos libros.
Joder, es tan rara la frase anterior que me deja loquísimo hasta a mí.
En el libro aparece el mítico Pirata Roberts, ya sabes, has visto la peli. Venga, que sí, que has visto la peli, no te hagas el tontorroco conmigo.
Bueeeeno, va, por ser tú te la cuento.
No toda, solo un poquito.
La puntita nomás.
En la peli sale el Pirata Roberts, que es a la marca personal lo que Einstein es a las frases motivacionales.
Dios.
Básicamente Roberts es una marca comercial que pasa de una persona a otra, que asume el rol de pirata.
Es decir, el auténtico Pirata se jubiló y pasó el puesto a otro fulano, como el pirata va enmascarado, pues nadie se da cuenta del simpático embuste y así pasa varias veces hasta que se descubre el pastel.
Total, que ya te he contado alguna vez que conocí a gente de una empresa que ponía en práctica la técnica del Pirata Roberts, cada semana un miembro del equipo asumía el papel de jefe de proyecto.
Así aprendían.
Salían de su zona de confort (ejem, ejem).
Bien.
Esto es lo que sabías hasta ahora si eres perro viejo en la nius.
Pero.
Peeeeeero.
Buah, es que esto es la hostia.
Resulta que ni siquiera te hace falta ejercer el rol para crear una marca personal espectacular.
Resulta que lo realmente relevante no es que ejerzas un rol… es que generes la narrativa adecuada alrededor de la idea de que has asumido un rol.
Basta con que los demás asuman y acepten el rol.
Párate bien a pensarlo. Te estoy diciendo que da igual que hayas gestionado un equipo del copón o a unos skaters que pasan grifa en el parque. Si los demás aceptan que la narrativa que comunicas es creíble, es más que suficiente para ser aceptado en ese rol.
Y, lo mejor…
Lo mejor te lo cuento el sábado en un nuevo audio.
Marca personal para construir una carrera profesional uniformemente acelerada.
Solo el sábado.
Solo durante una semana.
Hola, Jorge, tu artículo es uno de los que más ha tenido visitas desde https://columnas.substack.com/p/merece-la-pena-la-industrializacion
«La princesa prometida» a lo mejor no es el mejor (me niego a expresarme con palabrotas), pero sí es un muy buen libro, mucho mejor que la película.
Pero, al hilo de lo que comentas: la narrativa, de tanto usarla (como dice la canción), también acabará cansando, como ha pasado con todo en el mundo del marketing. Y, eso hará que se tenga que buscar una nueva forma de atraer a la gente, que cómo no, todos repetirán.
Así que pregunto: en vez de mirar lo que ya está y repetirnos hasta la saciedad, ¿no sería mejor apostar por el valor de lo que se ofrece como diferenciación? ¿O es que quien solo ofrece narrativa no tiene valor que dar?