He visto cosas que no creerías. Gente fumando dentro de las oficinas. Edificios en los que había despachos individuales más grandes que las salas diáfanas llenas de gente apiñada tecleando. Directivos de medio pelo a los que una chica llevaba un desayuno cada mañana. Secretarias que tenían secretaria.
He visto muchas cosas.
Cosas que, echando la vista atrás, ni yo mismo me creo que hayan existido.
Una vez, te juro que esto es verdad, que me muera aquí mismo si miento, un directivo se tiró quince minutos delante de la puerta de su despacho porque su secretaria no estaba y el tipo no tenía llave de su propio despacho, pero lo gracioso es que estaba entre nervioso y aturullado, sin saber qué hacer.
He conocido a gente que se cambiada de hotel en un viaje de trabajo porque en el suyo no ponían zumo de naranja natural.
A un tío que se hacía llamar FranCISCO Systems.
A otro que se tatuó el número de certificado de un examen de CISCO Systems.
He escuchado a gente gritando a otra gente a pleno pulmón porque un informe no estaba correcto.
He visto cómo se comunicaba a la plantilla una reducción salarial por un mensaje grabado.
Me han pedido cosas gratis directivos que manejan negocios de miles de millones de euros. No de millones. Miles de millones. Mi jefa dijo que sí a todo lo gratis, a pesar de mi mirada incrédula.
Y la de cosas de las que ya ni me acuerdo.
¿Sabes de dónde nacen la mayoría de los problemas de motivación del equipo? De la falta de empatía. De la puta falta de empatía. De idiotas que se olvidan de que la gente que tiene enfrente son seres humanos.
Y ahora, si estás en una oficina, mira a la persona que tienes enfrente y dile algo de humano. Pregúntale qué tal está y como se siente.
Acabas de hacer el mundo un poco mejor.
También de que hay gente que toma por gilipollas a los demás. A mí no hay cosa de más de mala leche me ponga
Jorge, lo he recogido en esta nota, dime si quieres que añada algo más:
https://substack.com/@cienciasocial/note/c-93159222