Déjame adivinar: te asusta tomar ciertas decisiones. ¿Me caso o no me caso? Ay, pero si luego sale mal, ¿qué hago? Y, además, está lo de la hipoteca, atarse a algo así, y tal y como está todo de mal. Bueno, por no hablar del trabajo, que tendría que haberlo dejado, pero es que fuera hace mucho frío…
Tu cerebro está programado para que sobrevivas. Cuando tu cerebro percibe peligro, tiene básicamente dos opciones, huir o pelear.
Normalmente la gente huye, aunque depende de la situación, hay un porcentaje de gente que huye por sistema, otro que se parte la cara siempre y luego está la gente que reacciona según viene la vaina.
Tienes estos mecanismos probablemente desde hace unos dos millones de años. El ser humano moderno aparece 200.000 años atrás, aunque sospecho que algo pasó hace 70.000 años que nos hizo realmente como somos, pero esa es otra historia.
Pero estos mecanismos evolutivos están hace mucho instalados en tu placa base.
Y no se pueden apagar.
Hoy en día te puedes pasear por medio mundo de forma bastante segura. No te va a atacar un tigre, ni alguien de una tribu rival, ni es probable que mueras por una infección después de que te muerda un bicho.
Pero tu cerebro mantiene los mecanismos que le han hecho sobrevivir.
Te lo he dicho arriba, pero te lo repito: el ser humano es un mierdecilla. Un mono es más fuerte que tú. Un perro grande más letal. Si hasta es posible que te pueda un gato cabreado.
Así que ante un peligro, los que se enfrentaban tenían más posibilidades de palmar.
Pero hoy en día ya no es probable que mueras devorado por una pitón, así que huyes sin motivo o partes caras sin necesidad.
Hoy un pequeño consejo cuando te llega la ansiedad y el miedo: camina. Si te angustias, camina. Camina hasta que no puedas más. Si puedes correr, corre. Muévete, que estás hecho para moverte.
Tus problemas no desaparecerán, pero a lo mejor ya no te parecen tan insalvables.
Este sábado, cómo decidir en tiempos de hiperincertidumbre.