En el podcast de hoy divago mucho. Pero mucho. Cuento una cosa muy loca que me ha pasado esta semana.
Pero en formato escrito te quiero resumir una idea muy potente: la forma de que alguien cambie de idea no es con argumentos racionales, sino exponiéndole ideas aún más extremas que las suyas.
Me explico, ahora hay un auge muy claro de ideas de extrema derecha, derecha alternativa o sentido común, como les gusta decir a los que las sostienen. Gente a la que le parece bien tomar a un grupo de personas sin residencia legal en un país, meterlas en un avión contraviniendo los mandatos judiciales y encerrarlos en un penal sin garantías procesales donde se hacinan miles de personas.
A esa gente no le puedes convencer de que eso está mal apelando a la razón. No les puedes decir que se ha encerrado a gente que igual era inocente. En una cárcel de la que no se puede salir, que no tiene espacios abiertos y donde se trata a las personas como ganado.
No, a esa gente lo único que puedes hacer para convencerla es lo siguiente: decir que extraditarlos es un gasto inútil, que habría que haberlos ejecutado directamente.
En la calle.
Delante de los niños para que aprendan cómo se trata a esa chusma.
Previa tortura con electrodos.
Habiéndolos obligado a escuchar en bucle los discos de Leticia Sabater las horas previas.
Y, si todavía están a favor, decir que hay que hacer lo mismo con los ancianos, las mujeres, los homosexuales, los de Colorado y la gente que bebe Cruzcampo.
La única forma avalada por la ciencia de que alguien cambie de opinión no es confrontando, es exponiendo una opinión tan extrema que le haga replantearse la propia.
Ahí lo llevas.
Hoy valor x2.
Y ahora, reenvía este mensaje. O me veré obligado a hacerte beber Cruzcampo…
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