Hoy un 2x1. Por un lado el correo que no me atreví a enviar el otro día. En el correo no vas a encontrar mucho valor, es solo desahogo. En el audio sí.
Se viene un mundo oscuro lleno de líderes fuertes. Machirulos empoderados. Gente que va a competir por ver quién la tiene más grande.
Avisado quedas.
Aquí el post del otro día:
Aclaro lo que significa soplapollas, no sea que tú, lector del otro lado del océano, ya sea en EEUU, Canadá, Cuba o Antofagasta, lo confundas con gilipollas.
Gilipollas es imbécil.
Soplapollas, según la RAE, significa lo mismo, pero para mí tiene otra connotación, en la versión doblada al castellano de Trainspotting, cuando al amigo sanote le deja la novia y se lleva a sus colegas a subir una montaña, Renton, el prota, lanza una perorata contra los ingleses y les llama soplapollas. Desde ese día, soplapollas tiene otra connotación para mí, añade una componente de pusilánime.
Vamos, que esta aclaración era necesaria también para los de Almería, porque la acepción que le doy al término es mía y solamente mía, como la canción de Sergio Dalma.
Digo que es un soplapollas por la charla que ha soltado anteayer, a venido a decir que lo de moderar comentarios en sus redes sociales, si eso, ya para otro lustro, que a partir de ahora no hay moderadores, que si la libertad de expresión esto y aquello, que si me llevo a los que controlan desde California a Texas, que si ahora con Trump contará con el apoyo presidencial para no-sé-qué movidas en Europa...
Más o menos eso ha dicho.
Al chaval se le entiende bastante bien, si hablas un poco de inglés, pero no te voy a poner toda la chapa, que se ha explayado el colega.
Mark...
Marky...
Zucky…
A ver cómo te digo yo esto...
Te hiciste célebre diciendo lo de que hay que romper cosas y moverse rápido, tangando a tu mejor colega, al que le dejaste sin acciones de la compañía en una jugarreta que debería darte vergüenza, metiendo psicólogos para diseñar métodos que se aplican a la industria del juego para que la gente se enganche a las máquinas tragaperras cuando tus usuarios son, en gran medida, niños.
Decidiste invertir en el metaverso y fracasaste estrepitosamente, tu compañía tuvo una movida tochísima por interferir en las elecciones en Europa a base de datos compartidos ilegalmente, conviertes a la gente en mercancía a sabiendas... y ahora vienes a lamerle el ojete a tu nuevo presidente.
Soplapollas.
Ahora me dirijo a ti, lector de esta newsletter, sé que es confuso, tú atiende. En el fondo lo que me jode es que los auténticos soplapollas somos los europeos.
Los europeos que hemos dejado que los gigantes tecnológicos hagan lo que les dé la puta gana y encima nos digan que tenemos mucha regulación. Regulación mis cojones, que a pesar de toda la regulación ganáis una pasta en suelo europeo, lloricas.
Si creas un medio de comunicación masivo donde todo el mundo puede decir lo que quiera, no puedes trasladar el control de las opiniones de la gente a la propia comunidad, esto no es como la caja del súper donde los propios compradores pagamos y ahorramos unos eurillos en cada transacción en la empresa, esto va de derechos fundamentales, el de expresión, vital, y el derecho a que no se difame, se insulte o se amenace, eso cuando no se retransmita un delito en directo.
Tampoco puedes pensar que la justicia ordinaria lidie con todos los delitos que se cometen en una plataforma que tú has construido.
¿Qué pasa en Meta? Que tienen unos problemas internos del copón, que busca descaradamente el respaldo gubernamental y que quiere librarse de sus litigios en Europa.
Pero lo peor, lo puto peor, es que Mark iba de defensor de lo bueno, de woke al cubo y ahora va a abrazar el conspiracionismo extremo, dale tiempo.
En la vida, en la empresa y en la gestión, sé coherente, coño.
Y ahora te pones el audio y ves por qué, en el fondo, Zuckerberg siempre ha sido un veleta que ha mudado al son de los tiempos y que, lo que se viene, es oscuro.
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